CAPÍTULO I: ASPECTO DEL FONDO
MARINO DE EL HIERRO ANTES DE COMENZAR EL CALENTAMIENTO DEL AGUA:
Quisiera compartir una
pequeña historia que se remonta hasta los años 70, en una de las islas más
occidentales de Canarias, la isla de El Hierro.
Costa del pueblo del Tamaduste.
Desde
muy pequeños tuvimos la suerte de vivir cerca del mar, en concreto, en la costa
del Tamaduste, un pueblo situado en el Nordeste de la isla y frecuentemente
azotado por los vientos alisios, que forman frecuentes oleajes y fuertes
corrientes en la costa. En semejante entorno abrupto y salvaje nos criamos y
andábamos descalzos por las coladas cortantes de lava y nadábamos en el mar del
Norte con gran soltura y tranquilidad. Teníamos 6 años y ya escuchábamos que
existía un pez llamado romero capitán (Labrus bergylta) y que se pescaba
en el Tamaduste, pero para nuestra sorpresa nunca lo vimos, ni dentro ni
fuera del agua. Era un misterio que rozaba a veces la ficción, ya que no
llegábamos a creernos del todo de la existencia de dicho pez. Sin embargo, los viejos
del lugar si recordaban pescarlo… era un romero tan grande como una vieja (Sparisoma
cretense)…explicaba un viejo pescador con alegría y añoranza en sus ojos.
Romero
capitán (Labrus bergylta), antaño
abundante en El Hierro y con un tamaño máximo de 60 cm. Foto: Pedro J Pascual.
No les voy a dejar con la
intriga, como nos sucedió a todos los niños que frustrados no conseguíamos
pescar a tan codiciado romero, y les voy a contar el porqué de la desaparición
de el romero capitán que nadie comprendía y que se tardó muchos años en
entender.
Sin ser
conscientes en esa época, de la realidad que estaba aconteciendo, estábamos
ante el inicio del cambio climático en Canarias y en el resto del mundo. La
temperatura del agua había subido un grado desde los años 70 hasta los 90, y
este hecho fue suficiente para que especies exigentes por las aguas frías, como
el romero capitán, tuvieran que irse de la isla de El Hierro.
La isla de El
Hierro se convertiría en un laboratorio natural donde poder ver la evolución de
dicho cambio climático, ya que a diferencia de las otras islas, El Hierro se
encontraba más alejado de la influencia refrescante de los afloramientos de la
costa Africana, y por tanto, más afectada por los frentes térmicos tropicales
provenientes del suroeste del océano Atlántico. Esta ubicación geográfica tan
occidental de la isla afectaba a su temperatura con un grado más, con respecto
a las demás islas. De esta manera, El Hierro se convertiría en la isla más
afectada por el progresivo calentamiento del agua y un ejemplo de la futura
evolución en el resto de las islas centrales y orientales.
Temperatura
superficial del mar en el mes de septiembre del 2010. Islas Canarias. En los años 70 la temperatura no subía de los 23 grados.
Pero vamos a
retroceder en el tiempo a los años 80-90, cuando comenzaba a cambiar la
composición de la fauna y flora marina de la isla de El Hierro.
En esa época,
éramos unos críos que disfrutábamos del mar, surfeando cuando había oleaje y
haciendo snorquel cuando se calmaba. Nuestras mayores aventuras en aquel
entonces era surfear la mayor ola o nadar pasada la raya azul, donde acababa la
plataforma costera y comenzaba un veril que se perdía en el abismo y el azul
profundo del océano que te atrapaba con su vértigo.
Aunque
seguramente el mayor reto fue dar los primeros pasos con un equipo de snorquel
y de surf del paleolítico, ya que en esa época el material de buceo o de surf
era básico y poco abundante o casi inexistente.
Foto de carrete tomada en los años 90. Se aprecia lo
básico del equipo de apnea. Había poca cantidad y calidad, por lo que nos
apañábamos con un tubo viejo, unas gafas heredadas, aletas cuando había, calcetín de algodón como escarpín
y olvídate de traje de neopreno, que era un artículo escaso y de lujo. En
la foto se observa lo abundante de las praderas de orchilla o musgo picón (Cystoceira
abies marina).
Más
adelante fue evolucionando el mundo del buceo y pudimos conseguir una cámara
automática submarina de carrete, de la cual sólo 2 o 3 fotos salían bien, de 36
fotos del carrete que había que revelar a papel. Gracias a estas
fotografías teníamos un recuerdo vivo de cómo era el fondo de aquella época. En
la costa somera había praderas del alga amarilla llamada orchilla o musgo picón
(Cystoceira abies marina) y a profundidad estaba lleno de extensos
blanquizales ocupados por el erizo negro de púas largas (Diadema africanum).
Fondo
antes de comenzar el cambio climático. Años 70-80.
Foto de
carrete tomada en los años 90 donde se aprecia la zona de transición entre la
plataforma rocosa recubierta del alga amarilla orchilla (Cystoceira abies marina) y el blanquizal que se sitúa justo en la
profundidad donde la influencia del oleaje desaparece y no afecta al anclaje de
los erizos.
Foto de
carrete tomada en los años 90 donde se aprecia que el fondo rocoso a mayor
profundidad era un blanquizal, sin algas y lleno de puntos negros que son los
erizos anclados entre las piedras. Como se ve en la fotografía, a mayor número
de agujeros y grietas en el fondo, mayor el número de erizos y por consiguiente
más maduro es el blanquizal.
Aspecto
de un blanquizal. La densidad de erizos de púas largas es tal, que se comen a
todas las macroalgas, dejando las rocas peladas y recubiertas por algas
calcáreas blanquecinas que son las únicas que sobreviven a la acción
ramoneadora de los erizos.
Si quieres saber más sobre los Blanquizales de Canarias pincha en estos dos enlaces:
Sin embargo, algo estaba sucediendo a partir de los años
70-80, ya que se empezaban a ver especies tropicales que antiguamente no
habitaban estas aguas templadas. Al principio llegaron unos pocos que se veían
de forma casual, pero con el tiempo algunas especies se aclimataron tan bien que
en 20 años aumentaron enormemente sus poblaciones. Es el caso del pez
trompeta o violín (Aulostomus strigosus),
gallo oceánico (Canthidermis sufflamen),
caboso tropical (Gnatholepis thompsoni),
etc.
No se pierdan el próximo capítulo donde veremos que sucedió al ir aumentando la temperatura del mar…